El actual Vicepresidente de Atlético confirmó en diálogo con Diario Castellanos que no seguirá en el próximo Consejo Directivo y culminará su carrera como dirigente deportivo. Compartimos la entrevista.
Luego de cuatro años, en los próximos días llegará a su fin el mandato de Eduardo Gays como presidente de Atlético, quien asumió en 2016 en reemplazo de Homero Ingaramo y ahora dejará su lugar a Silvio Fontanini. Ese mismo día, que por ahora es el lunes 27 de abril, el escribano Carlos Eguiazu le pondrá punto final a su carrera como dirigente luego de tener su primera experiencia en 1996 y acumular 17 años en tres períodos distintos en el Consejo Directivo de la institución. El actual Vicepresidente Primero formó parte del grupo dirigencial que encabezó los dos ascensos que el club tiene a Primera División, impulsando además, la participación en los torneos de Divisiones Inferiores de AFA, potenciando el trabajo de las bases y logrando la transferencia de muchos jugadores, lo que le permitió a la institución salir de una complicadísima situación económica por la caída de la Mutual a fines del 2000.
Hoy, después de algunos amagues en ocasiones anteriores, definitivamente decidió ponerle punto final y no formará parte del próximo Consejo Directivo, por lo que CASTELLANOS charló con él para conocer sus sensaciones y hacer el balance de un ciclo que tuvo más puntos altos que bajos.
¿Te vas? Varias veces quisiste ponerle punto final al ciclo como dirigente y siempre te convencieron o vos no estabas totalmente convencido. ¿Ahora?
Sí, esta vez no hay vuelta atrás…creo que llegó el momento de dar un paso al costado y darle lugar a las nuevas camadas dirigenciales que vienen surgiendo. Me voy siendo un agradecido al club y después de darle todo de mí.
¿Por qué ahora?
Por cansancio, sumado a cuestiones personales y profesionales que me llevaron a que tome la decisión. Mis hijos fueron creciendo, se recibieron y quiero acompañarlos. Además la función de dirigente, en el lugar que ocupaba yo en la estructura del club, te insume prácticamente todas las horas del día, y el cansancio es como que me hizo perder ese fuego que se necesita para trabajar en esta función.
¿Te vas con una espina clavada? Más allá que se sabías que volver a Primera no iba a ser fácil.
No, se hizo lo que estaba dentro de las posibilidades del club. Por supuesto que me hubiese encantado volver a llevar al equipo a Primera División, de hecho creo que estuvimos muy cerca el año posterior a nuestro descenso, pero un bajón en medio del campeonato nos hizo quedar afuera de la discusión. Estuvimos muy cerca.
¿Qué sensaciones te genera este momento del club, donde la situación económica no es la mejor?
En el club nunca fue fácil, siempre hay circunstancias que marcan altibajos. De hecho, las tres veces que me tocó participar, primero con Gabriel Gaggiotti, luego con (Ricardo) Tettamanti y por último con Eduardo (Gays), fueron en condiciones desventajosas en su origen, pero no por eso le sacaba el cuerpo. La tarea dirigencial siempre tiene buenos y malos momentos, pero además no estamos en una situación límite. Sí es cierto que se va a tener que agudizar el ingenio, tratar de lograr acuerdos para venta de jugadores y demás cosas que ayudarán a salir. A lo que más le tengo miedo es a esta pandemia que es desconocida y no sabemos cuándo termina. El futuro es incierto por ésto y no por otra cosa.
¿Qué dirigente eras cuando empezaste y que dirigente terminaste siendo?
Creo que uno totalmente distinto, fueron tres etapas muy diferentes en las que me tocó estar. Cuando empecé con Gaggiotti en 1996 era bucear en lo desconocido y con un gran desafío, como reemplazar a un gran dirigente como Aníbal Carlucci. Cuando retorné con Tettamanti en el 2001 se formó un grupo muy lindo, donde éramos unos aventureros, y ahí sí que no teníamos ni para abrir el club. Y esta última etapa es como que ya la conocía y sabía lo que me esperaba. Fueron todas etapas muy lindas, donde me tocó vivir todas las sensaciones. Creo que me voy con más sapiencia y en condiciones de poder darle una sugerencia, no consejo, a quien me lo pida.
Llegaron a Primera cuando el club estaba sumergido en su peor momento. ¿Cuál fue el mérito de ustedes?
Creo que nadie lo esperaba en ese momento. El club estaba muy mal pero contábamos con una base de jugadores del club muy buena, que sumado a los pocos refuerzos que vinieron, lograron estar en su mejor momento todos juntos. Nosotros éramos un grupo dirigencial con ganas de llevarnos todo por delante y que pensaba en grande. Se fue dando todo a medida que pasaron los partidos, se terminó de armar un grupo donde cada uno supo ocupar su lugar y se fue consolidando junto al rendimiento del equipo. Se dio la famosa ecuación de las tres patas: plantel, dirigentes e hinchas, y eso nos permitió ascender. Creo que además de lo fundamental, que fue el equipo, los dirigentes de ese momento estuvimos a la altura de las circunstancias.
Si te piden que rescates una virtud y un defecto en todos estos años, ¿cuáles serían?
Lo que rescato como positivo fue todo el tiempo y ganas que le dediqué a la función dirigencial. Me gustó trabajar en equipo y estar cerca del plantel en todo momento. En el debe no me queda nada, creo que lo que hice lo hice y lo que no, ya está. Quizás me hubiera gustado tomar un café para cerrar diferencias dirigenciales y volver a trabajar juntos con Gabriel Carlucci.
¿Por qué convirtieron a Atlético en un club vendedor de grandes jugadores?
Por una extrema necesidad. Desde el año 2001 teníamos que pagar el Acuerdo Preventivo del club y la única manera de hacerlo era vendiendo jugadores. A eso le sumamos la capacidad que tuvo nuestro grupo para hacerlo. No es sencillo estando en la Primera Nacional vender jugadores. En nuestro espacio dirigencial hemos vendido más de 15 jugadores y prestado una cantidad similar que le produjo al club un flujo de dinero fundamental para su funcionamiento.
Tuviste varios hechos buenos como dirigentes, ¿cuál fue el mejor?
Desde lo deportivo, el ascenso del 2011…un grupo maravilloso. También me queda la satisfacción de las distintas reformas al Estadio Monumental y las mejoras en el predio, que es lo que queda para siempre. Además la participación de las inferiores en AFA fue un salto fundamental en la historia del fútbol del club. Hay veces que ésto no se dimensiona, pero esta participación fue la fábrica que nos permitió la venta posterior de los jugadores.
¿El peor momento fue después de aquella derrota con Ben Hur en el 2008? ¿Cuándo fueron a atacarte a tu domicilio?
No, sin duda fue la Promoción con Gimnasia en el 2010. Me tocó jugar tres veces esa instancia para ascender y las perdimos a todas, pero ninguna me generó el dolor de la lesión de Gabriel Airaudo que truncó su hermosa carrera. Nadie sabe ni se puede imaginar lo que fue estar con él a solas detrás de una ambulancia durante prácticamente cuatro horas, buscando un lugar que lo atiendan. Con Cabo Castro, quien también iba en la ambulancia, recorrimos toda Buenos Aires…era justo la fiesta del Bicentenario y estaba toda la ciudad en eso. Ese hecho en particular me hizo crecer mucho como persona y dirigente, y sirvió para darme cuenta de que el fútbol no es más que un deporte que mueve pasión extrema, pero que lo importante está en otro lado.
Representaste al club muchos años en AFA y llegaste incluso a ser Secretario de Legales, ¿estabas listo para seguir por más tiempo y hacer «carrera»?
Fue una etapa hermosa, época de «peces gordos» en la categoría. Estaban los tres cordobeses, San Juan, Godoy Cruz, Defensa y Justicia, Chacarita, Unión, Chicago…y cada nene como dirigente. Me acuerdo de Armando Pérez, Jorge Miadosqui, Bobato, Lemme, Merellas, Leito, Borlle…y lo lindo de todo esto es que ellos me eligieron como su representante en el Comité Ejecutivo. En esa época se elegía por votación y me acuerdo que dos años fuimos a elecciones con (Daniel) Vila, de Independiente Rivadavia, y mis pares decidieron por unanimidad que yo los represente. En cuanto a la designación como Secretario de Asuntos Legales se dio por un tema que se había generado internamente en AFA con Independiente y Colón, y la resolución que le dimos le gustó a Julio Grondona. Ahí me propuso desempeñar el cargo y acepté. Creo que tenía un muy buen trato con Julio y él me llegó a valorar. Fue una época hermosa, tengo miles de recuerdos y anécdotas con AFA.
¿Cuál fue el hecho que más contento te puso como dirigente?
Me sigue alegrando ver que los chicos surgidos del club siguieron su carrera y triunfaron en otro lado, pero lo que más placer me da es la relación que tuve con el 99% de los jugadores que pasaron por la institución. Siempre nos cruzamos en una cancha y nos saludamos, y te aseguro que en una enorme mayoría me pedían volver. Eso es lo que más me agrada, el concepto enorme que se tiene de Atlético en el mundo del fuútbol.
Cuando los resultados no se dan, siempre son blancos de críticas. ¿Te molestaban? ¿Te dolían?
Sin dudas. Siempre molestan las críticas con mala leche. Las otras, las constructivas, no, esas te hacen crecer. Pero las que duelen, hieren, son las que no te dan derecho a réplica y afectan a la familia.
Completá la frase. Las elecciones del 2012…
…interrumpieron un proceso muy exitoso del club. Me parece que veníamos en subida. Pero esto es así, el socio eligió y tuvimos que aceptarlo. Eran las reglas de juego.
¿Te decepcionó Tettamanti?
No, pero nunca lo voy a entender. Nos volvimos a cruzar y nos saludamos como dos personas de bien que somos, pero nunca tuvimos una charla para hablar del tema y ahora ya está. Lo que no puedo perdonarle es que se haya formado, desde su silencio, un manto de duda en cuanto a la honorabilidad de la gente que lo siguió durante mucho tiempo y especialmente en mi persona. Fueron muchos años de trabajar juntos y vio todo lo que hicimos para su presidencia y para el club. Eso fue lo que más me dolió como persona y dirigente, y lo que más afectó a mi familia. Pero mi concepto hacia él es muy bueno, gran persona y gran dirigente.
Si tendrías que cambiar algo en la historia, ¿qué sería?
¡Con el diario del lunes tantas cosas! Pero no, todo lo que se hizo en su momento por algo fue, siempre tuvo una razón.
¿Por qué motivos dejaron de salir jugadores en los últimos años? No venden a nadie desde el 2017…
Son camadas y momentos. No podría decirte qué pasó durante los cuatro años de nuestra ausencia, pero si a esa fábrica no se le da continuidad, deja de producir. Hay una camada de jugadores, entre otras la categoría 2004, que va a dar que hablar en el club, y de a poco se retomará la senda. Pero además, los tiempos cambiaron, ya no deciden los clubes y ahora parece que mandan los representantes, los que te ponen entre la espada y la pared con sus decisiones. El que siguió la novela de Matías Godoy sabe de lo que hablo. Para mí tomó una decisión totalmente errónea y perjudicial para el club…espero que para él haya sido la correcta.
Se les criticó mucho en estos últimos cuatro años el cambio casi permanente de coordinador en Inferiores y la llegada de Hugo Issa. ¿Qué tenés para decir?
No es sencillo encontrar una persona que reúna las características necesarias para cumplir la función de coordinador. Son decisiones que tomó la gente encargada de Inferiores y desde el Consejo Directivo se los apoyó. En cuanto a Issa se buscó implementar una figura desconocida dentro del club, que es la de Director Deportivo, y para mí fue una persona de muchísima utilidad y que hizo mucho por el club. Nos dio una mano enorme y nos facilitó mucho el tema de las últimas transferencias en cuanto a los contactos necesarios para llevarla a cabo. Lamento que se haya ido y espero que la nueva dirigencia tenga la virtud de designar un Director Deportivo que pueda estar a la altura de la circunstancia.
¿A quién le agradecerías tu época de dirigente?
Sería muy injusto si no agradezco a mi familia, A mi señora Marcela y mis hijos, quienes me bancaron casi durante 17 años el hecho de haber descuidado de ellos. Muchas veces no existieron cumpleaños, comuniones, etc, y todo por el club. También tengo que agradecer a la gente de mi oficina, que supo aguantar mis humores de acuerdo al resultado. En cuanto a nivel dirigencial, tengo un enorme gracias para Cabo Castro y Carlos Volta, dos hermanos de la vida. No quiero seguir nombrando dirigentes porque sería injusto con los demás, pero todos me dieron una gran mano, tuve una confianza ciega en ellos y todos trabajaron para que Atlético sea lo que es hoy. Por último, a todos los cuerpos técnicos y jugadores que pasaron durante estos años, a los utileros, médicos, personal del club, Julio Litvak, etcétera. A todos ellos no me queda más que decirles gracias.
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FIN