"Me sentí culpable por la derrota, por haber fallado en la situación más clara", dijo el delantero, que ingresó en el segundo tiempo ante Mitre y fue importante para la remontada del equipo. Será titular frente a Chacarita.
Cómo no aferrarse a la conocida frase "el fútbol siempre da revancha". Sirve para sintetizar el presente del delantero Marcelo Argüello, quien pasó de villano ante Temperley a casi héroe en Santiago del Estero, cuando ingresó en el segundo tiempo y fue una de las piezas destacadas para cambiarle la cara al Olimpo que perdía 3-0 y terminó ganando 4-3 ante Mitre.
El jugador nacido en Monje, localidad de unos 3.000 habitantes situada a 94 kilómetros de Santa Fe y a 74 de Rosario, vivió una semana distinta, de esas que se disfrutan y luego se premian, porque recibió la confirmación de que será titular el próximo domingo ante Chacarita.
"El fútbol tiene estas cosas. Todavía estaba lamentándome por el gol errado ante Temperley y apareció este triunfo tan importante, con tanto sufrimiento y tanta alegría a la vez", dijo el delantero de 26 años.
—Marcelo Broggi te respaldó por lo que hiciste en el segundo tiempo ante Mitre. ¿Te motiva esta situación?
—Es una motivación increíble. La pasé mal la semana posterior a Temperley, me sentí culpable de la derrota por haber fallado en la situación más clara, que podía significar el empate. Me tocó errar, después se hizo difícil porque perder de local fue muy duro.
"Yo tuve la situación, pero fallé. Tanto Marcelo (Broggi) como todo el cuerpo técnico me respaldaron en la semana, me hicieron sentir que se podía revertir. Nadie más que yo quiere salir de esta situación, aunque reconozco que la ansiedad por querer convertir no me ayuda. Gracias a Dios pude responder contra Mitre, porque ayudé a otro compañero a convertir", indicó.
—¿Cómo pasaste la noche posterior al partido con Temperley, te diste mucha manija?
—Me cuesta hacer borrón y cuenta nueva. Esa noche no pude dormir y estuve tres días pensando en esa jugada, en por qué no definí de otra manera. Menos mal que ganamos de visitante, porque ahora sí puedo decir que la borré de mi cabeza.
—En el segundo tiempo ante Mitre se vio a otro equipo, con la decisión necesaria de que se juega a matar o morir. ¿Estaba esa convicción o salió de casualidad?
—Estaba esa convicción. Broggi nos transmitió un mensaje claro: "No pueden morir así, humillados y con vergüenza". Nos tocó el orgullo, nos habló de morir de pie, con dignidad y luchando. También ayudó un poco la suerte, el convertir 2 goles seguidos y en cómo afectó en el rival.
—Pasaron de ser un equipo rendido a uno imparable.
—Nos fuimos contagiando. Matías Gallegos, para mí la figura del partido, y Enzo (Coacci) la rompieron. Después entró el "Tano" (Graciani) y metió el 4-3. Eso fue una locura.
—El árbitro dio 10 minutos de adición. ¿No fueron demasiados?
—Sí. Me quería morir, el partido no terminaba nunca. Qué manera de sufrir.
—David (Vega) en el viaje de regreso, en pleno vuelo, te recalcó un par de veces cómo tenías que definir en una asistencia que él mismo te dejó de frente al arco rival.
—Me lo dijo, es cierto. Era para definir de primera, pero decidí enganchar porque vi que el defensor pasaba de largo. Me arrastró con él, la pelota quedó atrás y no pude patear. El "Chori" es un genio; prometo que en la próxima le pego de primera aunque la tire a la tribuna (risas).
—En la otra jugada intentaste una gambeta, pero el arquero la manoteó con las uñas.
—Ves. No quise apurarme pensando en la jugada ante Temperley. Tenía tiempo y espacio para gambetear al arquero, aseguré la pelota y lo quise asegurar. La sacó con las uñas, increíble...
—Chacarita viene de ganar, pero tiene un equipo con muchos jóvenes. ¿Salen a pasarlo por arriba?
—Es un equipo joven, sin mucha experiencia. Tenemos que aprovechar este momento de confianza, hacerle sentir la localía y aprovechar que nuestra gente va a estar apoyando porque le dimos la respuesta que buscaba.
—¿Si no convertís y se salvan, igual te vas contento?
—Sí. Quiero salvarme, dejar de pensar en el descenso. Que el gol lo haga Fermín (Holgado), no importa.
—¿Qué prometiste si se salvan?
—Nada aún. Ojalá nos salvemos y después veré si hago alguna promesa.
—¿Cuánto hace que no vas a Monje?
—Estuve en enero. Allá tengo a mi mamá (Lorena Acosta) y mis hermanos, además de la familia de mi señora (Elina). Se extraña el pueblo...
—¿Cómo se llama tu hijita?
—Paulina. Tiene 3 meses; es la mimada de la casa, jaja.
—¿Es cierto que no surgiste de un club de Monje?
—Es cierto. El club es Sebastián Gaboto, de una localidad cercana -20 kilómetros- a Monje. El pueblo se llama Gaboto y tiene 1.800 habitantes. Allá todos me conocen (risas).
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