Primera B - TEMPERLEY

Corazones celestes y gigantes

En Argentina, el fútbol despierta una pasión increíble. Se siente un amor incondicional por los colores. Así vive día a día el hincha de Temperley. Es por eso que es comprensible que cuando una persona entra en el club, su concentración esté en ir directo a las tribunas del Alfredo Beranger. Admirar el verde césped de una cancha con tanta historia. De la misma manera, se entiende que llamen la atención las canchas de tenis, la pileta o el quincho, dado que por su belleza estética o su carácter entretenedor, resultan sitios muy atractivos. Pero son pocos los que se detienen en las puertas celestes que están enfrente del cuarto mural del centenario. Y, sin embargo, es allí donde habita uno de los mejores aspectos de la institución y, sin lugar a dudas, el más importante de todos: el de la solidaridad y calidez humana. Ahí mismo, bajo la platea local, funciona el comedor “Corazones Celestes”. Todo comenzó en el 2003, cuando Mauro Navas inició el proyecto, que consistía en brindarles comida a los chicos de las divisiones inferiores del club. Ya con el espacio físico para albergar el comedor y con la meta de recaudar fondos para obras y reunir alimentos no perecederos, se realizó un partido a beneficio en el estadio principal, que tuvo como principal invitado a Juan Román Riquelme. También se hicieron presentes jugadores como Claudio Úbeda, Sergio Mac Allister, Cristian Díaz y Patrulla Jiménez, entre otros. "Es como un partido de barrio, por los hinchas, por el club... Me hace sentir bien darles una mano a los chicos. ¿Sorpresa? La sorpresa fue mía porque Mauro (Navas) me invitó", declaró en aquella oportunidad el actual enlace de Boca Juniors. Hoy se cumplen diez años de ese encuentro y, pese a que durante un tiempo estuvo cerrado, fue el gran puntapié y bastión para “Corazones Celestes”. Otro de los fundadores del comedor fue Juan Carlos Mitozzi, socio del club desde los 5 años (hoy tiene 71) y que fue integrante de Infantiles y Cadetes en básquet, jugador del primer equipo de fútbol, directivo y Dt y coordinador de inferiores. “Es una satisfacción que lo que uno comenzó, continúe. Había ya en ese momento muchos chicos que se notaba que necesitaban el alimento. Es importantísimo a nivel humano. El jugador se siente identificado con el club. Eso es muy valorable: tener raíces por Temperley. Y, afortunadamente, hace un año, el club ha crecido y cambiado su imagen”, dijo Juan Carlos. En el presente, de lunes a viernes, en 9 de julio 360, cuando el reloj señala las 07:50 de la mañana, una mujer ingresa por la puerta principal y solo se la ve irse luego de las 16 hs. Es Elsa Mozzi, la actual encargada del comedor. En un principio, era atendido por madres de los jugadores, pero desde el 2006 es ella quien está al frente. Asisten a “Corazones Celestes”, diariamente, más de 30 jóvenes de entre 16 y 20 años, que por inconvenientes económicos en sus hogares, o incompatibilidad horaria de entrenamiento, trabajo o estudio, su alimentación en el comedor se torna fundamental. “A mí me hace re bien. Me encanta estar con los chicos, los amo. A veces, con los del interior, se termina siendo como una media mamá. Les viene genial esa contención”, admitió Elsa. Para los chicos que viven en la pensión, es aún más importante: ellos preparan su desayuno y entrenan. Luego, al mediodía, almuerzan. Después meriendan y Elsa deja la comida preparada para la noche. La actual comisión directiva también hace su aporte. En eventos tales como la visita de Enzo Francescoli o el Beranger Show Car, se solicitan alimentos no perecederos para el comedor. “Antes era complicado. La otra CD, no aportaba nada. Teníamos que ir a pedir dinero a la administración día a día. Nos hacía falta de todo. Siempre gente como Marcelo Alcobre nos ayudaba, pero era más difícil. Ahora hay mucha más preocupación por el comedor. Se hacen eventos, siempre se piden alimentos no perecederos. Hernán (Lewin) está a disposición, es muy abierto”, dijo Elsa, protagonista y sustento de “Corazones Celestes”, dado que es la única que está todos los días, cocinando y trabajando por los chicos, aunque hay muchas más personas aportando considerablemente a la causa. El mencionado Marcelo Alcobre (integrante de la Subcomisión de fútbol), junto a un grupo de personas, se encarga de conseguir carne y pollo. La SCO, en su momento y las peñas Almirante Brown, Monte Grande y Capital Federal, siempre se comprometieron de forma absoluta; también muchos socios en distintas épocas. Sería imposible mencionarlos a todos, dado que sería una lista interminable. Así, profesionales como Luis López o Leandro Sosa, entre tantos, pueden debutar en la primera división de Temperley de mejor manera. O jugadores como Mauro Mallorca (hoy en reserva de River), como muchos otros, alcanzan el sueño de llegar en la primera división. “Se cumplen dos funciones: la deportiva, para darle buena base alimentaria a los chicos y evitar lesiones; y la humana, importante para la sociedad. Pero todos lo hacemos por lo social, no por si llegan o no a jugar en el primer equipo”, aclaró Alcobre. El club sigue abriendo sus puertas para cualquier persona que quiera acercarse a donar lo que desee. Porque como dijo Elsa, “poco es mucho”. Una historia de solidaridad que parece no tener fin y posee muchos protagonistas. Un aspecto que enaltece a Temperley y que muestra lo mejor de las personas y la sociedad, a veces tan conflictiva y llena de falencias. La valía de ayudar a chicos carenciados y que realmente necesitan este tipo de ayuda, no tiene gratificación calculable. Son “Corazones Celestes”. Y gigantes.