Demostró carácter y actitud, lo que debe tener un equipo que merece ser campeón. Se levantó del shock anímico que significa sufrir 3 goles al hilo y lo tuvo que aguantar en el final. Saber jugar y saber sufrir, el kit de un equipo campeón.
En la noche que acogió al Mario Alberto Kempes, Boca Juniors y Vélez Sarsfield dieron un show de luces para que conocedores y extraños se deleitaran con un partido que cambió la aguja de tendencia durante los 90 minutos. Ambos estuvieron eliminados, y ambos se visualizaron en la final, pero sin importar el momento del encuentro, ninguno se dió por vencido. El doblete de Bouzat marcó el sello definitivo para la clasificación del equipo de Gustavo Quinteros, que metió al surgido en Boca para equilibrar en el mediocampo pero terminó siendo el más desequilibrante de todos.
Vélez se metió solo en la boca del lobo, sí se quiere decir así. El Fortín inició con una gran demostración de fútbol, siendo dominante y superior ante Boca, por lo que, a los 20 minutos ganaba merecidamente por dos a cero -gol de Pizzini y Figal en contra- y generaba mérito para convertir el tercero. Del otro lado, un equipo Xeneize que no pudo encontrar su fútbol en todo el partido y que corría peligro de sufrir el tercer tanto. Pero el encuentro se fue a las duchas con el 2-0 parcial y la gran polémica del partido.
Cuando se acercaba el entretiempo, en uno de los tantos contraataques bien administrados por Aquino -amo y señor de la mitad del campo en adelante- Advíncula derribó a Pellegrini por la espalda cuando este se iba mano a mano frente a Brey. El peruano, como suele hacer, surcó la delgada línea entre la amonestación y la expulsión, pero el árbitro Pablo Echavarría le perdonó la vida al lateral y le sacó solo tarjeta amarilla. Esta "polémica" duró entre 15 y 20 minutos, ya que en la primera pelota dividida del segundo tiempo el recientemente nacionalizado argentino se barrió con una vehemencia impropia de un jugador condicionado por una amonestación. Llegó fuerte y tarde, por lo que esa desinteligencia le costó la expulsión por segunda amarilla y le dió fin a la discusión sobre si el jugador debía seguir en cancha o no.
Irónicamente, la expulsión significó el comienzo de la etapa más fructífera de Boca en el partido. A base de la fórmula de envíos directos al área en conjunto con las arremetidas de sus laterales, El Xeneize consiguió los tres goles que lo subieron al marcador. Con esto, le asestaba tal golpe psicológico al Fortín que parecía condenarlo a la inminente y vergonzosa derrota. Un cabezazo de Cavani, con centro de Saracchi, más un fierrazo del "Changuito" Zeballos con gambeta incluída, y otro centro por lo bajo que cayó en los pies de Belmonte parecían sentenciar el partido por Knockout.
Pero el equipo de Gago no se enfrentó a cualquier equipo. Probablemente tuvo delante al mejor equipo del año, que va camino a ser bicampeón del fútbol argentino. Un equipo que posee juventud y experiencia en igual cantidad, calidad y fiereza, personalidad y amor propio. Pero sobre todo, hoy demostró que tiene una cualidad que solo los equipos destinados a ser campeones poseen: la capacidad de sufrir un partido y no morir en el intento. El kit de campeón. El buen fútbol es igual de esencial que tener la capacidad de poder demostrar personalidad y rudeza cuando el panorama no es favorable, y hoy el equipo de Gustavo Quinteros lo hizo con creces.
Más allá de sus altibajos, supo aguantar en sus peores momentos y brillar en los mejores. La rápida renta que sacó el Fortín había obligado a Gago a patear el tablero y agregar a Miltón Giménez al arsenal de delanteros, a costa de sacrificar a Miramón a los 30 minutos del primer tiempo. Esto le dió mayor control en la mitad de la cancha a Vélez, un equipo que encuentra sus jugadores más destacados en esa zona, por lo que aumentó su volumen de juego y lo desplegó a gusto y "piaccere". Además, el agregado de otro jugador Xeneize en el área relegó a Boca a buscar los envíos largos para aprovechar su superioridad en esa zona, lo que finalmente le terminó dando frutos.
Un partido que quedará para el recuerdo por la cantidad de emociones vividas. Idas y vueltas, de quedarse afuera a estar adentro, y de perder inesperadamente a ser finalista de La Copa Argentina. Vélez Sarsfield se medirá frente a Central Córdoba de Santiago del Estero en la final por la obtención del título y el pasaje a la Libertadores 2025 el día 11 de diciembre en el Malvinas Argentinas, en la provincia de Mendoza. En caso de que Vélez logre el bicampeonato con la consagración de la Liga Profesional, liberará el cupo de clasificación por Copa Argentina. Por lo tanto, El Ferroviario se estaría clasificando a la competencia más importante a nivel continental aunque perdiera frente al Fortín en la instancia final.
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