En Ciudad Evita, El Trapero jugó uno de sus peores partidos en el año y sufrió la contundente cifra de cuatro goles, lo que llevó a su ahora ex-DT Nicolás Martínez a dejar el cargo
"Martínez ciclo cumplido", "Nico Martínez la p…" y más, gritan y cantan las ocho personas que están subidas al pequeño tablón que posee El Estadio Benjamín Zurini. El silencio que inunda el predio solo se rompe con sus gritos, sus insultos de impotencia, y algún chiste al aire. El resto, caras largas. De los hinchas, y aún más de los jóvenes jugadores que visten la camiseta de Yupanqui y denotan la frustración e impotencia en cada movimiento. Alguien grita un infructuoso aliento, pero los tres goles contra cero pesan mientras en el césped corre el minuto 65 de juego.
Desde el inicio del partido que El Trapero se encuentra en desventaja. En un error de comunicación, el arquero Alegre salió tarde a buscar una pelota que boyaba en el área, a la vez que Felipe Rocca perdía la marca del centrodelantero visitante Tomás Dopazo. Este último pellizcó la pelota y convirtió un segundo de duda en un gol. Solo 20 minutos después, de un córner con una gran jugada preparada, la pelota le cayó redonda a Nelson Ávalos y convirtió el segundo. Desde ese momento, Yupanqui fue una sombra en el trámite del Salaíto. El tercero, del mismo Ávalos cuando transcurrían los 7 minutos del ST, gracias a la gran habilitación de Dopazo y posterior definición del goleador.
Volvemos a los 65 minutos que transcurren en el césped. La gente hace oír sus quejas, mientras que el equipo no responde en cancha. La realidad es que Yupanqui no muestra una idea de juego, no combina tres pases seguidos, y no sabe aprovechar los pocos espacios que Argentino le brinda. Los pases más profundos son a compañeros que están de espaldas al arco rival y no desequilibran, y para colmo se convierten en pelotas perdidas, y en réplicas aún más peligrosas. Parecieran estar perdidos en la cancha.
Una jugada sonsa le brinda, en el borde derecho del área, un tiro libre inmejorable al número 10 del Salaíto. Diego Aguirre la acomoda a su gusto, la barrera se arma tímidamente mientras la gente respira hondo. En el dato duro, tres o cuatro goles de renta no suponen una diferencia, pero la pegada monumental del jugador de Argentino, y posterior corrida para festejar, termina de derrumbar la poca moral que tenían los once de Yupanqui en campo.
Al igual que antes, seguirá jugando a los pelotazos, al roce. Pero no conseguirá sacarle una gota de nada a eso. Ni un tiro al arco ni un acercamiento. Algún buen ingreso, de un jugador disruptivo, pero no supo generarle chances al Salaíto.
Y así terminarán los 90 minutos. Con la barra que seguirá cantando en contra del DT hasta que este desaparezca de su vista. Con los jugadores de Argentino que festejarán de una forma estridente en su vestuario, y solaparán el silencio del local. El silencio y las lágrimas. Uno de los más chicos del plantel saldrá sin cambiarse solo para abrazar a su madre y explotar en llanto, para luego volverse a meter con el resto del equipo.
Yupanqui se encuentra último de la "Zona B" y anteúltimo en la tabla anual, a seis unidades del descenso. Su próximo cotejo será frente a Luján en condición de visitante. Por otro lado, Argentino de Rosario retoma la vía de la victoria luego de cuatro partidos, y se coloca cómodamente cuarto de la misma zona, a 14 puntos del imparable Camioneros.
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