Muñiz venció 1-0 en un trabajoso partido a Victoriano Arenas y, de esta forma, consiguió su primera
Veinte años tuvieron que pasar para que Muñiz le vuelva a ganar en condición de local a Victoriano Arenas. Y como no podía ser de otra forma, fue en un partido cerrado, por la mínima y sufriendo un poco en el final. Aunque, analizando detenidamente lo que ocurrió, salvo una jugada en el primer tiempo, antes del gol de Murtari para Muñiz, en la que Amarillo tapó un disparo a quemarropa desde la puerta del área que parecía la apertura, el CAVA no tuvo chances claras de empatarlo. El Rayo tuvo una gran labor defensiva, con una línea de fondo concentrada que detuvo cualquier intento de la visita de alcanzar el empate. Y hasta pudo haberlo liquidado en reiteradas ocasiones, pero falló en el último toque o en el mano a mano, en el caso de Pablo Lario, que en tiempo de descuento enfrentó al arquero Ortiz en un contragolpe pero su disparo se fue al lado del palo.
La cancha sigue en mal estado, no tanto como en la primera fecha, pero sigue impidiendo jugar con normalidad. Así se le complica a cualquiera. Por eso ambos equipos no encontraban el juego en los primeros minutos: mucha lucha, mucha imprecisión. En esa lucha, con el correr de los minutos, era el CAVA el que parecía tener más iniciativa y tenía más la posesión: sólo le faltaba llegar al arco con claridad, porque llegaba hasta el área pero ahí se quedaba sin ideas, sólo en intenciones.
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Por el lado de Muñiz, no estaba Lucas Andino, quien no se recuperó de la lesión que lo obligó a salir en la segunda etapa ante El Porvenir, y se sintió esa ausencia para perforar el sector derecho de la defensa rival. En su lugar, Braian Núñez hizo lo que pudo, porque además la pelota mucho no le llegaba. Carmenini todavía no podía hacerse del balón y manejar los tiempos y arriba a Maldonado no le quedaba ninguna. Por el sector derecho, a Kevin Juan le pasaba lo mismo que a Núñez: no le llegaba la pelota, porque Victoriano la tenía más.
Fue así como la primera, y única, clara fue para Victoriano Arenas, la visita. Un desborde por izquierda, terminó en pase atrás, al medio. La pelota fue rebotando en varios jugadores, hasta que derivó en Nicolás Maldonado, en la puerta del área. Este le dio de primera al arco, y cuando parecía la apertura del marcador, Daniel Amarillo se arrojó intuitivamente y la pelota le dio en sus piernas. De esta manera, el Rayo Rojo se salvaba, porque la pelota terminaba siendo despejada.
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Un minuto después, cuando el reloj marcaba 33′, el mal estado del campo de juego le iba a hacer un guiño a Muñiz esta vez. Porque Murtari tomó una pelota en el mediocampo, la corajeó, avanzó dejando rivales en el camino y en tres cuartos de cancha, sacó un zurdazo a media altura. El balón picó antes de llegar al arquero y le viboreó, porque a pesar de arrojarse, Fernando Ortiz no alcanzó siquiera a rozar el esférico, que se terminó metiendo junto al palo. Llegaba el gol del quemero en el momento justo: cuando empezaba a pasarla mal.
Con la ventaja, el equipo se soltó. Así empezaron a aparecer los espacios y la posesión volvió a los dirigidos por Piacenza. Carmenini comenzó a moverla junto con Peloso, y tanto Kevin Juan como Braian Núñez comenzaron a escaparse por las bandas. Pero al equipo le faltó la estocada final para meterla: jugadas de peligro tuvo, pero no pudo aumentar la ventaja.
Hasta el final del primer tiempo, Victoriano Arenas, en tanto, no tendría ni una. En el entretiempo la preocupación se hacía presente, porque a causa de un choque con un rival, Daniel Amarillo estuvo a punto de salir reemplazado por Alan Sandoni en los tres palos, por un dolor en las costillas. Sin embargo, el arquero titular salió para disputar los segundos 45 minutos.
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Fueron unos 45 minutos donde el CAVA resultó desairado durante gran parte. Incluso durante casi diez minutos, a pesar de tener la pelota no podía cruzar el mediocampo. Presionó bien Muñiz, y bien arriba. Y después cuando recuperaba salía jugando rápido. Pero no convertía.
No hubo jugadas de riesgo para la visita. Llegaba hasta el área, pero allí la pelota terminaba siendo despejada o en manos de Amarillo, antes de llegar a los pies de algún delantero con intenciones de gol. Ni siquiera las tres variantes que hizo Omar Gauna cambiaron el trámite del partido, donde terminó jugando con línea de tres en el fondo y todos arriba.
Y si bien el partido terminaría 1-0, el CAVA se inmoló con los cambios, porque sufrió cuatro o cinco contragolpes que casi terminan en gol. Ya con Pablo Lario, Ezequiel Cohen y Emiliano Mosman en cancha, sin pelotazos, sí con pases profundos, las escapadas por el sector derecho (justo el que sacrificó Gauna en busca del empate) no se hicieron esperar. El que la tuvo más clara fue Pablo Lario, porque tras una habilitación recibida desde ese sector, fue a enfrentarse a Ortiz casi en el área chica, pero cuando la gente lo quería gritar, el disparo del delantero se fue al lado del palo izquierdo, a media altura.
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Piacenza les pedía a sus jugadores que no rifaran la pelota y la tuvieran el mayor tiempo posible, porque el partido ya se iba. El último pelotazo que llovió al área de Muñiz fue despejado y así Alejandro Ramírez daba el pitazo final, el pitazo del desahogo de los jugadores, cuerpo técnico e hinchas que se trasladaron hasta Campana tras un viaje complicado, porque los accesos estaban bastante bloqueados, lo cual obligó a que el inicio del partido se demorara.
Muñiz consiguió sus primeros tres puntos, mejoró bastante en el sector defensivo a diferencia del partido anterior, pero le falta aún un poco de precisión para concretar las jugadas que genera, que son varias. Es cierto que el estado del campo de juego no ayuda para nada, y es una de las razones. Ojalá haya sido el último partido en Campana. Lo importante es que el Rayo Rojo ganó y así trabajará tranquilo en la semana para corregir y mejorar, esperando el viaje a Rosario para la próxima fecha de la mejor forma.
