El DT explotó en lágrimas tras la agónica victoria de Central Norte. “Hoy no estamos para dar quince pases seguidos, es la realidad”, disparó. Y hasta se refirió a las peleas que hubo en el vestuario en la semana previa.
Cuánto desahogo, cuánta algarabía y lágrimas desparramó Gustavo Coleoni luego del agónico triunfo sobre Gimnasia y Tiro. Es que la “mochila” se hacía cada vez más pesada para el técnico de Central Norte, a tal punto que tambaleó su continuidad tras la goleada en contra recibida frente a Tiro Federal. Tanto Coleoni como el plantel tuvieron una bocanada de aire importante después de vivir una semana tormentosa y agitada, con peleas en el vestuario entre jugadores y dirigentes.
“Nos sacamos un peso grande en una semana complicada, más que todo por lo externo. Porque internamente, un equipo, si estuviese separado y con problemas, no se ata las manos ni pone la actitud que puso. Eso es de hombre. Si no se pegan un cachetazo como amigos para despertarse, ¿a qué deporte estamos jugando?”, aclaró Coleoni en clara referencia a las peleas en el vestuario (primero entre un jugador y un dirigente y luego entre dos futbolistas).
El DT azabache fue claro y conciso en su análisis del partido: “Fue muy táctico, lo pudimos controlar. Ellos a lo mejor tienen más dinámica, entonces debemos sacrificarnos el doble para controlarlo. Planificamos un partido de dos tiempos, por eso incluimos al Sacha Magno, quien a veces tiene 30 minutos fenomenales y después se va dispersando porque le van pegando y se va del partido. No estamos para dar quince pases seguidos, la situación de Central Norte es esa: ser ordenados, poner los huevos sobre de la mesa y ver quién es hombre y quién no. Para eso estábamos y cumplimos”.
La apuesta de Juan Manuel Perillo fue un acierto de Coleoni. “Juan está bien, por eso le di esos minutos. Trabajamos la pelota parada, en el segundo palo el Pelado (Aguirre) la bajó y Perillo la encontró. Todo el equipo entregó la vida”, subrayó.
Más tarde, Coleoni se tomó unos segundos para explicar su emoción y las lágrimas después del pitazo final: “Era el cumpleaños de mi hijo y le prometí que íbamos a ganar. Son cosas que a la distancia y en un momento difícil se potencian”.
Por último, el técnico se refirió al clásico que se viene con Juventud: “Hasta ahora vengo bien en Argentino A contra ellos: gané dos, empaté uno y no perdí ninguno”, recordó.