Primera B - CHICAGO CAMPEÓN

Una pasión Nacional

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Chicago volvió a la B Nacional, salió campeón y su pueblo festejó a pura pasión y emoción. La gente copó Mataderos y los jugadores llegaron para abrazarse con sus hinchas. Gomito, Scifo y Guede los más aplaudidos, de un equipo que se ganó los aplausos de todos. Se ilusionan con repetir los festejos en diciembre cuando se reprogramen los torneos y se entreguen 10 plazas para Primera División.

Gómez-Guede...una dupla que en el año 1996 anduvo ya de festejos en aquel Chicago que deambulaba por la B Nacional. De la mano del 10, Guede hizo 16 goles en su único año como jugador del "Torito", goles que le valieron su ida al fútbol español...fútbol que a la larga le cambiaría la vida profesional. Y 18 años después, la dupla GG volvió a los festejos con la verdinegra, pero festejos en grande, festejos de campeón. De la misma edad, del año 1974 ambos, se convirtieron en el ideólogo y en el ejecutante perfecto de las ideas del Chicago Campeón, del que mostró juego en una divisional donde siempre nos dijeron que no se podía jugar.
Con una campaña para el olvido, hace casi un año el Torito se despedía de la B Nacional donde pasó con muchas penas y casi nada de gloria. Con la obligación encima de ser protagonista, por el nombre, por el descenso pasado, por cambiar las broncas de su gente por alegrías, Finarolli comandó el barco. Llegaron muchos, pocos rindieron y terminaron apareciendo los de la cantera. Finarolli tuvo la irregularidad de todos, por eso su Chicago estuvo coqueteando con la punta, nunca llegó a agarrarla y terminó lejos, en puestos y en juego.
Que Quiroz, que Franceschini...en el medio del incendio apareció Pablo Guede, que ya venía revolucionando las inferiores para dirigir dos partidos. Chacarita y Tristán Suárez, ambos de visitante, por la Copa y por el torneo. Fueron dos derrotas en menos de una semana de trabajo. Ante la negativa de otros, la Comisión Directiva le confió los últimos dos partidos a Guede. Que con más tiempo y sabiendo de sus cartas, los aprovechó al máximo. Victoria ante Cole y triunfo con marca registrada ante Comu. Dos días después, era ratificado como DT. Y ahí sí, a prepararse para disputar tres meses a full, a inculcar sus ideas, a meterle el chip a sus dirigidos de su manera de jugar. Contó con un plantel abierto a nuevas experiencias, abierto a modificar su juego. Lo afianzaron al ganarle al entonces puntero Atlanta en Villa Crespo, lo ratificaron partido a partido. Lanaro y Escudero se animaron a marcar en la mitad de cancha, Tauber se animó a ser jugador además de arquero. Y contó con Gomito, que con casi 40 años entrenó más que nadie y se sintió más que nadie identificado con este estilo de juego. No bajó tanto y jugó de tres cuartos para arriba y fue fundamental en el tramo final donde se convirtió en el goleador y en el encargado del juego.
La gente se enamoró rápido y eso de que a los hinchas les gusta ganar de cualquier forma quedó desterrado. Les gusta ganar como a todos, pero cuando vieron el juego de su Chicago, se enamoraron, se llenaron de euforia y al término de cada partido querían que empiece el otro. Aplaudieron de pie, no sólo la entrega y el coraje como siempre, sino el fútbol.
Y llenaron días de semana la cancha para ver al futuro campeón, y fueron hasta Munro haciendo las veces de "neutrales". Y fueron locales allí. Y deliraron con el festejo de gol de Gomito, y se abrazaron cuando Gonaldi pitó el final. Se abrazaron a cualquier desconocido, porque ese desconocido tiene las mismas pasiones…Chicago y el barrio. Porque Mataderos es Chicago y Chicago es Mataderos. Y esa pasión barrial, esa forma de vivir de barrio, se traslada al club. Los amigos de cancha, a quienes ven cada 15 días y no conocen su vida, son tan amigos como los vecinos. Y volvieron al barrio en caravana en General Paz, abarrotada de obras y de banderas verdes y negras.
Y se unieron a sus vecinos, a sus compañeros de club, a los que lo sienten igual. Y en Chicago como muestra de pertenencia al barrio, no se festeja en la cancha, se festeja en Murguiondo y Alberdi. Allí, alegrías, protestas, enojos y emociones se unen a gritar por el club de sus amores. Y miles y miles y más miles de hinchas, familias, chicos, mujeres y abuelos se abrazaron en un grito...DALE CAMPEON! Porque tan sólo el Torito lo gritó en 1981 cuando ascendió por primera vez a Primera División, porque siempre después los ascenso (1991, 2001, 2006 y 2012) fueron por segundos ascenso o promoción, obvio, con el sufrimiento de aliado y compañero.
Y empezaron temprano, minutos después del final del partido. Y a la hora se sumaron los neutrales de Munro, y a las horas los que trabajaron. Y comenzada la noche, después de quedar tantas gargante rojas, se unieron los hérores, los protagonistas de la historia. Los jugadores y el cuerpo técnico. De contramano por Murguiondo, armando un pasillo humano, entraron a la tradicional Confitería San José, allí al balcón, emulando las epopeyas de la Selección en el balcón de La Rosada. Y desde el balcón se abrazaron a cada uno de los hinchas que allí estaban firmes esperando a sus ídolos, a sus héroes. Y explotaron con Gomito, y se rompieron las manos con Guede y se afonicaron con Scifo. Y volvían con Gomito, el que más canciones cantaba, el que mejor las cantaba, el que festejó como si fuera un joven. Volvió para terminar su historia con el club cerca de los 37, no imaginó que en tres años iba a lograr un ascenso, iba a descender y se iba a sacar esa espina volviendo a ascender cerca de los 40. Y a los 40 consumados quizás pueda festejar una vez más… "ilusiona tener cerca la Primera, hablaré con la familia a ver si sigo". Guede apareció de fondo y casi por obligación, siempre lo dijo, "esto es de ellos, que festejen los jugadores que son los que juegan". Y con esa humildad, el DT saludó y se escondió. Con esa humildad llegó y revolucionó, con esa humildad transformó el "¿Guede? ¿El delantero que vino de Español? Si...mucho no me acuerdo, goles hizo pero si, no lo tengo muy visto", al "¡qué de la mano de Pablo Guede, todos la vuelta vamos a dar!", y al "Guede no se va".
Es que Mataderos/Chicago es barrio, es pueblo, es amigable, es confianza, es pelearla todos los días y laburar. Por eso cuando se consiguen logros se festejan así, a lo grande, porque se sufre y se gana menos de lo que se pierde y se valora mucho lo que se gana. Y se valoran mucho a los artífices de las victorias. Por eso Gómez-Guede, la dupla que festejaba y hacía festejar en 1996, hoy vuelven a seducir a todos. Desde otro lado, con otras formas, con otras vivencias. GG, se suman a otras GG, ganar y gustar. Y así, el resultado es evidente: ¡Chicago Campeón!