A pesar de la derrota ante Banfield, Independiente la sigue luchando en las dos tablas. En la de posiciones se mantiene (tercero) en zona de ascenso a la A y, en la de promedios, por ahora zafa. Más allá de la derrota ante el Taladro, Independiente sigue luchando a dos tablas: en la de posiciones se mantiene en zona de ascenso a Primera (marcha tercero, a tres de Olimpo) y, en la de promedios para el descenso, por ahora zafa por poquito. Este Independiente, a diferencia de otros tristemente célebres elencos contemporáneos del Azul, puede perder como sucedió ante Banfield. Pero nadie, en su sano juicio, podrá negar que el equipo de Del Bosco intentó por todos los medios torcer un destino que con el 0-2 parecía inmodificable. De hecho, lo fue. Sin embargo, aún sin jugar bien, el Azul fue un vendaval y abolló los palos y el travesaño del arco del Taladro. Resulta difícil hacer un análisis de un partido con aristas extrañas, cuyo resultado podría haber sido un heroico empate leproso ó, quizá, una goleada banfileña. Por eso, el verdadero hincha de Independiente valoró el esfuerzo y despidió al equipo con aplausos. No era para menos. El Azul mostró enjundia y amor propio para intentar revertir una tarde que arrancó adversa desde la tempranera pérdida de Ayala por lesión. Definitivamente, este es otro Independiente. Un equipo que cambió el chip de la temporada pasada, se armó con jugadores de jerarquía y está configurando una temporada en ascenso.
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