El albo hasta ahora respondió más cuando la presión era menor que en las auténticas finales. Pero tiene material y equipo como para revertir esa imagen.
Gimnasia y Tiro mejoró el semblante tras la justificada victoria ante su homónimo de Mendoza el pasado domingo en el Gigante del Norte, aunque algunos, más precisamente del lado del eventual derrotado, pretendían, con la especulación sobre la dudosa "fuerza" que hizo el rival, "manchar" y aminorar los méritos de un equipo cuya calidad individual y colectiva pocas veces estuvo en plano de discusión por nombres, por propuesta y por el protagonismo del que supo gozar el albo a lo largo de todo el campeonato.
En el fútbol argentino actual, embebido en el río de la irregularidad como tendencia general, toda victoria es saludable cuando se viene de una mala racha y sirve para engordar la confianza y no acostumbrarse a perder. Sin embargo, Gimnasia tendrá, a partir de los play-offs que comenzará a jugar en 9 días, la oportunidad para demostrarle a su gente y a sí mismo que no es un equipo que solo se mueve en la comodidad y la solidez cuando la exigencia es menor. Y que además de sus ya conocidos atributos en cancha debe mostrar que también es capaz de estar a la altura de las auténticas finales, esas que demandan la entrega total y absoluta, ya que tendrá menor margen de error, y, sobre todo, la templanza y la frialdad mental, aquel ítem no menor que tuvo una amplia incidencia en las tres finales dilapidadas que despedazaron el sueño del primer ascenso: Mitre de Santiago del Estero, Unión Sunchales y Agropecuario de Carlos Casares.
El albo perdió el pentagonal por errores puntuales adentro de la cancha y también desde atrás de la línea de cal; por estrepitosos bajones individuales y por fallidas decisiones en esos momentos puntuales, sin dejar de añadirle al cóctel las escasas concesiones arbitrales y hasta el bochornoso y localista desempeño de Adrián Franklin en Buenos Aires. Sin embargo, también es certeza perogrullesca que "la cabeza", como reconocieron varios jugadores, les jugó una mala pasada en el sprint final.
Lo cierto es que Gimnasia, el mismo que ganó de punta a punta y con varios cuerpos de ventaja la primera ronda ante rivales de menor equivalencia, y que acentuó su dominio en el nonagonal con contrincantes de mayor medida, tendrá una nueva chance para demostrar que está fuerte, que puede vencer los complejos, que tiene con qué festejar un ascenso y que desplegará su conocido potencial a la hora de la verdad, cuando el zapato aprieta y bajo auténtica presión.
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