Los fracasos, las pobres economías y la ley SAD podría impulsar a las instituciones a transformarse en empresas. Gimnasia y Tiro sería parte de una prueba piloto. Central y Juventud deberían analizarlo.
La palabra gerenciamiento en el fútbol genera un poco de escozor. Desconfianza. Pone los pelos de punta a los hinchas, sobre todo a los socios.
Salta no es la excepción de la regla, pero podría tomarlo como una salida, aunque nadie puede garantizarlo.
Sin embargo, la necesidad puede llegar a abrirle la puerta a esta interesante y polémica iniciativa. Necesidad de despegar, de decirle al resto del país, "acá estamos todavía".
A principio de año se descubrió el plan del propio presidente Mauricio Macri: la ley de las sociedades anónimas deportivas (SAD). El Tribuno se hizo eco y el proyecto está cajoneado en la Cámara de Diputados de la Nación y puede llegar a ver la luz después del Mundial de Rusia.
"No sabemos nada", había dicho Marcelo Mentesana cuando fue consultado sobre la posibilidad de que el club de la Vicente López pase a ser manejado por un grupo inversor, por una empresa o por una SAD. Gimnasia y Tiro es, en teoría, uno de los apuntados de la prueba piloto que buscarían implementar, junto con otros clubes del interior como Gimnasia de Mendoza (recientemente ascendido a la B Nacional), Racing de Córdoba (ascendido al Federal A), Arsenal de Sarandí y los rosarinos de Newell’s y Central.
¿Y por qué Gimnasia y Tiro y no Central Norte o Juventud Antoniana? La explicación llega rápido y fácil. El albo es el club mejor preparado en infraestructura para generar una mayor cantidad de recursos, sin importar la cantidad de hinchas genuinos ni la popularidad con la que gozan el cuervo y el santo. De eso se trata, de recursos, de una alta productividad que satisfaga por partida doble, a "la empresa" y al club.
Hasta se filtró el nombre de quien vendría a impulsar dicho gerenciamiento: Ricardo Pini, un empresario que tuvo sus primeras experiencias fuertes en los clubes chilenos que adquirió junto a su hermano Sebastián, el Rangers y Unión La Calera, al que hizo ascender el semestre pasado.
El también abogado es marido de la vedette y conductora Laura Franco, más conocida como Panam. Fue investigado por la AFIP por una supuesta triangulación de pases de jugadores y reconoció hace pocos días atrás, entre sus íntimos, que prepara sus valijas para desembarcar en nuestra ciudad.
La posibilidad de que los clubes permitan ser manejados por una empresa es un tema que se debate casi desde la asunción misma de Macri en el 2015. Fernando De Andreis, el secretario general de la Presidencia de la Nación, ya conversó e con el jefe del bloque de diputados del oficialismo, Nicolás Massot (quien tendría en su poder el proyecto de ley de las SAD), y Fernando Marín, extitular del Fútbol Para Todos y hoy cumpliendo funciones en la secretaría de Deportes. En ese encuentro también participaron los empresarios interesados en el tema, obvio.
Pero volvamos al análisis del Portezuelo para adentro. ¿Puede ser una solución el gerenciamiento para que el fútbol salteño vuelva a tener un equipo por lo menos en la B Nacional? Una pregunta tan larga como la agonía de las instituciones locales.
La experiencia en otras entidades deportivas arrojaron diferentes resultados a lo largo de los años. El caso más emblemático fue el de Racing Club, que de la mano de Blanquiceleste SA se salvó del descenso y salió campeón en el 2001. El último de los ejemplos positivos estuvo en Defensa y Justicia, que ascendió de la mano del grupo inversor que encabezó el empresario Cristian Bragarnik.
En España, la gran mayoría de los clubes son sociedades anónimas, no así los más populares: Real Madrid y Barcelona. Otros popes como el PSG, el Chelsea o el Manchester City no son manejadas por empresas, pero sí por magnates.
La resistencia a las SAD, no obstante, también es fuerte. Una agrupación de hinchas en abril unió fuerzas para oponerse a las manos privadas que buscan meterse en los clubes. Eran socios del ascenso y de los más pesados (Boca, River, Racing e Independiente).
Los dirigentes están divididos en el plano principal. Daniel Angelici no se opone a las gerenciadoras pero advirtió que nunca lo implementará en Boca, pese a su amistad con Macri. Rodolfo D’Onofrio también lo rechazó para su River Plate.
Volvamos a las tierras de Güemes. En Juventud Antoniana, Pepe Muratore no descartó del todo una privatización o algo que beneficie al club. Tampoco le desagradaría la idea de un equipo único. En este caso, solo lo aprobaría si se involucra Juventud del mismo modo que otros clubes.
Central Norte, por su parte, desconoce el tema por completo y se muestran incrédulos a cualquier posibilidad de privatizar el fútbol.
Sin embargo, con la ley de las SAD, que hasta podría impulsarse con el Mundial como distracción principal, o sin ella, igual se puede pensar en la utilización de fondos privados. Los clubes de Salta deberían analizarlo.
Para el Gobierno provincial sería un alivio y evitaría poner -en vano- mes a mes tantos miles de pesos.
Los socios, lógicamente, se oponen a cualquier intervención ajena, salvo que la implementación de esos recursos de terceros se pueda limitar claramente en el tiempo y no ponga en peligro los bienes del club.
El gerenciamiento podría ser una salida. Podría. Porque cada vez es más difícil competir con los escasos recursos que se generan a partir de los flacos torneos en los que participan los de acá. Es cada vez más duro afrontar un presupuesto mensual que ronde entre el medio millón de pesos o el millón completo, un monto que por temporada se ubica entre los cinco o diez millones de pesos.
Podría haber otra salida, pero ya está bloqueada: el equipo único, el deseo de unos pocos que murió antes de que naciera hace algunos años.
Pero en cualquiera de los casos, el socio siempre deberá tener la última palabra.